martes, 26 de enero de 2010

Voy a cantar y sonreir hasta el fin del mundo, aunque sean causas pérdidas o simplemente causas, hasta cuando no haya esperanza, yo voy a cantar por mi y por todos

sábado, 2 de enero de 2010

El viento en mi cara, el sol sobre mi, calentando cada parte de mi cuerpo expuesto a el; siento una pequeña interrupción en el ritmo, oh, tropezó. Sigo andando, mi pelo se mueve gracias al viento, repaso cada movimiento que voy a hacer, y una fracción de segundo después, pienso en lo que hice. Lanza una patada al aire, pero yo sigo arriba; lo impulso un poco y sigo mi camino.
Vuelvo a sentir el viento en mi cara, siento la suavidad de su galope, del movimiento de su cuerpo, y lo acompaño con el mío. Soy libre, arriba "nuestro", soy libre. Sólo dependo de mi, de mi y de él, de nosotros, tengo el poder de controlarlo todo en ese segundo, que se transforma en minutos, horas y días. Dos seres vivos que se transforman en uno, una conexión entre nosotros que me permite saber su próximo movimiento, aún sin que lo haya hecho. El me entiende, de una forma tácita, pero me entiende. Y allí, dentro de la pista, sólo dependemos de nuestro esfuerzo y voluntad, de nosotros.
Doy una vuelta más y paro; descansemos. Quince minutos después retomamos, saltamos?
Alguien nos acomoda una valla, y nos empezamos a preparar. Galopamos hacia ella, siempre a un mismo ritmo; y ahí no podemos dudar. Si él duda, yo lo animo, si yo dudo, nos acobardamos los dos. Oh, pero porqué voy a tener miedo? Yo sólo quiero seguir. En frente de la valla todo parece transcurrir en un segundo: bajo el talón, espalda atrás, muevo el bridón, aprieto mi pantorrilla para darle impulso, pero sólo el necesario, ni demás ni de menos; miro la valla, calculo la distancia, según ella manejo el ritmo, ó controlo ó impulso más; aprieto mi rodilla y espero; me inclino en ese momento exacto; lo pateo levemente para que siga con su ritmo, cedo riendas para que estire su cuello, abro la mano para indicarle que pata debe mover primero; pierna interna adelante, pierna externa atrás, un poquito más atrás de la sincha; sigo derecho, lo acomodo, lo ordeno, muevo la rienda interna y la externa la dejo firme. De repente estamos ya en el piso, y aquél objeto queda atrás.
Ay, qué bien me siento! El viento me da con su brisa, pero yo lo ignoro, estoy concentrada en mi próximo objetivo. Así con cada uno de ellos, donde en un segundo tengo que coordinar cada cosa que hacer, todo a su debido tiempo, a su tiempo exacto.
Y cada vez que termino de montar, me doy cuenta que todo lo que hice valió la pena, y lo bien que me hace tener MI lugar en el mundo. Todas y cada una de las cosas que hice, dan su fruto; cada mañana despertandome a las seis después de toda la semana de clases; cada tarde que pasé allí aún pudiendo estar con amigos, cada noche que no salí para al día siguiente ir a equitación, cada viernes que no salí, cada sonrisa que me sacó, cada lágrima que surgió de mis ojos, cada caída, cada golpe, cada yeso, mi primer galope, mi primer salto, mi primer torneo!; mi primera victoria, mi primer derrota, la satisfacción, la frustración, la seguridad, la responsabilidad, la confianza, el miedo, la felicidad, cada sentimiento que generó en mí. Gracias a ello, soy en gran parte lo que soy hoy como persona; y no hay nada de lo que me arrepienta.
.
.
Sólo sé que nada podría gustarme más;
Me encanta.